martes, 11 de octubre de 2016

Embriagadora fragancia

El 1 de septiembre de 1753, en el aniversario de la ascensión al trono del rey de la ciudad de parís se encendió un castillo de fuegos artificiales, Grenouille los presenciaba en silencio a la sombra del Pavillon de Flore, en la orilla derecha, frente al puente Royal, había venido con la esperanza de oler algo nuevo, pero pronto descubrió que los fuegos artificiales no tenían nada que ofrecer olfatoriamente. Se disponía ya a alejarse cuando el viento le llevo algo apenas perceptible, un átomo de fragancia, era algo jamas olfateado antes. La fragancia era de una sutileza y finura tan excepcionales , que no podía captarla, escapaba una y otra vez a su percepción.

 Grenouille sufría un tormento que nunca había experimentado, ni siquiera en su atormentada infancia, aquella fragancia era la clave del ordenamiento de todas las demás fragancias, comenzó a comprender que habría desperdiciado toda su vida si no conseguía poseerla. 
Había seguido durante mas de media milla desde la otra margen del río, cruzo un umbral y solo divisaba una silueta desde atrás, a contra luz de una vela, nunca había olido algo tan hermoso y procedía de una muchacha, miles de fragancias parecieron perder todo su valor ante esta fragancia, Grenouille vio con claridad que su vida ya no tenia sentido sin la posesión de esta.
Se fue acercando despacio a la muchacha hasta que estuvo a un paso detrás de ella, se inclino sobre ella y aspiro su fragancia, jamas había sentido un bienestar semejante.
El susto de la muchacha al verle la dejo pasmada, por lo que el se dispuso a rodearle el cuello con las manos hasta estrangularla: cuando la tuvo muerta, la tendió en el suelo, la despojo del vestido que llevaba puesto y se embriago en su olor, no quería perder nada de su perfume, sintió haber nacido por primera vez, ya que hasta la fecha había existido como un animal. 

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